¿Porqué limpiar el organismo? P1
Hace algunos años, decidí realizar algunos cambios con respecto a mis hábitos, no sólo de alimentación sino de vida. Me di cuenta que somos seres integrales y de que, para poder estar bien por fuera, debemos estar bien por dentro. No se trata de bajar o subir de peso, muchas personas son delgadas y no están sanas, y algunas con sobrepeso tampoco debido a que sus órganos no funcionan correctamente y sus niveles de energía y claridad mental, entre otras cosas, son bajos.
Yo tuve Hipotiroidismo de Hashimoto, una enfermedad que bajo el enfoque de la medicina convencional y en las palabras de los médicos sugiere que tu tiroides se ataca a sí misma. ¿Cómo puede ser que una máquina tan maravillosa como lo es el cuerpo humano, creado a imagen y semejanza de un Ser Superior, se agreda a sí mismo?, no es lógico.
Recientemente, concluí mi participación en un curso sobre Bodhi Medicine, en donde tuve oportunidad de confirmar que estaba en lo cierto, al escuchar al Dr. Nirdosh Kohra afirmar que el cuerpo no se ataca a sí mismo. Agradezco las herramientas que aprendí para ayudar a más personas a sanar, a identificar sus áreas de oportunidad y a encontrar el balance en sus vidas, considerando que, por principio, nuestro cuerpo está diseñado para vivir en plenitud y autosanar. Fuimos creados para estar en movimiento para dar, recibir, compartir, crear y resolver, entre cientos de cualidades más.
Pero, ¿se han fijado que ya no nos movemos como cuando éramos niños?, ¿se han puesto a pensar por qué no lo hacemos? Yo sí, porque vivimos en un mundo de comodidades y bajo la cultura del menor esfuerzo, de la inmediatez y tolerancia cero. A lo largo de la historia, el ser humano ha inventado toda clase de objetos y herramientas que en origen fueron grandes ideas, pero tras su uso y costumbre no siempre caen bien al cuerpo, por ejemplo, la silla, la televisión, el transporte, e incluso la tecnología misma.
Las prácticas y tendencias de las últimas décadas han transformado nuestro entorno y, en consecuencia, vivimos con las piernas a noventa grados la mayor parte del tiempo; hemos dejado de sentarnos en el suelo, de trepar, rodar, gatear, atrofiando y nuestros músculos y órganos internos poco a poco. El cuerpo NECESITA moverse, y nuestra mente también. Pasamos los días de prisa, atrapados en el estrés, las responsabilidades y el “deber ser”. La mente necesita también de momentos de calma y silencio para escuchar nuestra voz interior, aquella que nos lleva a tomar buenas decisiones, pero que casi nunca escuchamos por ir ansiosos y precipitados a cada momento.
¿Se han preguntado a sí mism@s por qué no me hice caso, no me latía y aún así lo hice?
Yo sí. Hace ya varios años dejé a mi hijo, en ese entonces de 16 años, en una fiesta y cuando se estaba bajando le dije: Algo no me late. A lo que él me respondió: Ma, no pasa nada, es casa de “fulanito”, y agregué: Cualquier cosa me dices y me regreso por ti. Lo dejé con un nudo en el estómago y a la hora me llamó para avisarme que había sucedido un accidente muy serio y que quería irse de la fiesta. Un compañero se había roto la nariz brincando, tomado, en un brincolin sin red y cayó sobre una fuente en construcción; afortunadamente el incidente no pasó a mayores, llegó al hospital y lo atendieron, pero pudo hacer fallecido. Esto nos dejó una lección muy clara a los dos: hacerle caso a nuestra intuición, ahora ya entiende, él y mis otros hijos, que cuando algo no me late es mejor no insistir, pero también han aprendido a confiar en su propia voz interior. Es increíble el poder que tiene nuestro corazón, el poder de la intención, el poder de la manifestación, el poder de nuestra mente como elementos de suma importancia a los que debemos poner atención y cuidados.
Del mismo modo, resulta indispensable cuidar lo que decidimos comer o hacer. Vivimos permanentemente con síntomas a los que ya nos hemos acostumbrado y que no deberíamos tener ni pensar que son “normales” como la gastritis, colitis, reflujo, estreñimiento, dolores de cabeza, de articulaciones, acné, sudoración, manos y pies fríos y otros síntomas más. No es normal sentirnos inflamados, con gases y malestares, no es normal tomar miles de medicamentos, no es normal consumir productos que no entendemos ni la mitad de sus ingredientes. Lo que SÍ es normal es sentirse vivos, llenos de energía, con ganas de hacer cosas, creativos, con claridad mental, con salud y en balance.
Hace ya varios años que empecé a practicar yoga, les confieso que al inicio no me encantaba, pero me di la oportunidad de conocer otra forma de mover el cuerpo y me fascinó descubrir lo que se vive dentro del tapete. De manera simultánea comencé a meditar con la guía de una gran amiga y maestra en donde descubrí el potencial de la meditación, de respirar, de conectar y de fluir de manera tal que me permite estar en mi centro, ser más clara, internar mis deseos, emociones y vitalidad, resolver dudas conectando con mi ser interior, con mi fuego y mi fuerza. Estos fueron los primeros pasos hacia mi transformación, pero aún sentía que la receta estaba incompleta, necesitaba hacer algo más para recuperar mi salud al 100% y quitarme la etiqueta de Hipotiroiditis. Fue entonces que decidí hacer cambios en mi alimentación y con ello completé el ciclo de sanación de mi cuerpo. Estaba muy emocionada con las sensaciones que tenía, con la energía y la ligereza con la que me movía. La personas notaban los cambios, me decían que me veía más joven, que mi piel brillaba, se interesaban en saber qué estaba haciendo. Decidí entonces investigar más, leer, estudiar y prepararme para compartir con otros cómo alcanzar el balance de una manera acompañada y sencilla de lograr. También descubrí la importancia de limpiar el organismo y detecté que los síntomas y las “enfermedades” no son el problema, sino una señal del cuerpo que nos indica que necesita atención, que quizá hay alguna emoción guardada que no hemos sabido expresar, o que hubo algún evento que no resolvimos conscientemente y por ello el cuerpo nos lo manifiesta. Al centrar nuestra atención en estas señales podemos analizar qué pasa dentro de nosotros, qué emoción detonó ese síntoma, cómo podemos atenderlo con consciencia y resolverlo.
Así, surgen los programas de coaching que ofrezco. Si queremos estar sanos, debemos enfocarnos en la salud y no en la enfermedad; por ello acompaño a mis clientes en este proceso, buscamos juntos las mejores herramientas que les van bien, de manera individual y personalizada, revisamos cada área de sus vidas para crear objetivos en conjunto e ir sanando poco a poco nuestro cuerpo, mente y espíritu hasta encontrar un balance.
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